Para aquellas mujeres que nacimos encarceladas tras enormes barrotes impuestos por el patriarcado y el machismo -digo para aquellas, porque no todas tuvimos la fortuna de ser feministas de cuna-, el despertar hacia la emancipación del género, y por lo tanto, de romper estos barrotes que nos encierran y nos limitan por el simple hecho de ser mujeres, es considerado toda una revolución.
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"Revolución de la Cabeza"
Autora: Jerónima Monroe
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Es por esto que como mujeres, nos vemos obligadas a cumplir ciertas revoluciones para poder integrar los espacios públicos sin temor y con el respeto que nos merecemos. Tenemos que "revolucionarnos" nosotras mismas para tener un poder legítimo, incluso dentro de nuestro cuerpo, para defender nuestros derechos reproductivos, para resguardar nuestros derechos de familia o simplemente, para poder tener una vida sin tapujos.
La primera revolución que debemos efectuar es la Revolución de la Cabeza como me gusta llamarla.
Anécdota
Cuando era pequeña, jamás entendí porque no se me permitía opinar de ciertas cosas, me enojaba cuando mi opinión no era tomada en cuenta, me enojaba cuando mis compañeros se molestaban porque opinaba más que ellos en clases. Odiaba escuchar que trataran a mis compañeras o chicas de mi edad de "maracas" o fáciles por tener un deslís con muchachos en una fiesta mientras ellos se cachetoneaban de que habían logrado un record de cinco (5) muchachas en la misma fiesta... pero más me enfurecía (cuando estaba en la universidad) escuchar a profesores decir "con esos ojasos llegarás lejos". O sea, ¿puedo escribir estupideces pero por tener ojos claros puedo llegar lejos? Para mi esta situación era una atrocidad sin argumentos.
Muchas mujeres pasan por lo que he pasado yo, muchas nos hemos cuestionado esta situación pero muy pocas gritan a viva voz que realmente les molesta, y esto es porque al mencionarlo eres tachada de un momento a otro de feminista, y para las mujeres que no conocen el concepto y están impregnadas de "patriarcalismo" lo femenino siempre es sucio o malo. A veces, es mucho más fácil seguir viviendo con estas injusticias y no ser discriminadas por ello a ponerse a reclamar por estas situaciones y recibir todo el rechazo social que esto conlleva.
La Revolución de la Cabeza es darte cuenta de que te encuentras en una situación de injusticia, que no deseas seguir viviendo así, observar con lentes violeta como menciona Nuria Varela en su texto "Feminismo para principiantes". Lentes que sirven sólo cuando despiertas y te das cuenta en lo que estamos sumergidas como mujeres.
Este paso, es el más complejo, el más difícil de dar, el más doloroso incluso. Doloroso porque te das cuenta de que en realidad nadie puede darte una buena razón para estar más abajo de la pirámide social, doloroso porque te das cuenta que si quieres hacer cosas y eso "mancha tu reputación", no existe un mejor argumento que el "es porque eres mujer y punto".
Pero tranquila, una vez que despiertas, una vez que te enojas, una vez que logras secar esas ácidas lagrimas que salen de tus ojos y relajar la mandíbula, estarás lista para el siguiente paso.
Sin embargo, es importante mencionar, que muchas mujeres logran pasar esta etapa pero no del todo... Muchas deciden no llamarse Feministas. ¿Para qué llamarse feminista si estás tomando en cuenta tus derechos? Pues bien, cuando te haces llamar feminista, tomas una postura conforme a tu situación como mujer, y que todo lo personal que te pasa es político (lo personal es político). Por ende, al ser político, ni un movimiento político ni social se tomará en serio tus demandas porque son miradas como algo menor.
Una vez que revoluciones tu cabeza y observes esos barrotes tan dolorosos que te encierran te darás cuenta, que no existe nada mejor que vivir en libertad.